"Estaba tapada hasta las cejas con las mantas para que no entrara ni una gota de frío, aun así estaba mas feliz que hace semanas, la sensación de gusto que tenia al no sentir responsabilidades al estar ahí arriba perdida en medio de la nieve y el plácido calor de las mantas que tenia hacían que estuviera muy relajada. Habían pasado once días desde que había llegado a mi lugar de paz y era como si llevara ahí toda la vida, no por estuviera harta, sino por todo lo contrario, porque había ido con un proposito, encontrar paz y tranquilidad y lo había conseguido y estaba mas a gusto que una perdiz ahí perdida, lejos de la civilización y abrazada a quien mas queria. Era una cabaña pequeña, cocina en color madera y blanco acorde con la cantidad de nieve que hay fuera, dos habitaciones, un baño y un pequeño salón comedor muy acogedor que estaba amueblado con dos pequeños sofás biplazas, una televisión, una antigua mesa de castaño con sus 5 sillas también de castaño y una enorme chimenea que plantaba calor a toda la casa. Estaba en la región mas al sur de Finlandia, Karelia del norte y aun estando a poco de entrar en la primavera la entrada de la cabaña de Anna en el lago estaba cubierta de nieve todas las mañanas, tardes y noches, por suerte a alguien se le había ocurrido la magnífica idea de hacer un pequeño garaje en la parte de atrás, por lo menos para un coche...
La tienda mas cerca estaba a 20 minutos en coche y era la de un pueblo pequeñito, aisque si, estaba bastante lejos de lo que se puede considerar civilización, mi única compañía era Avery, el vecino mas cercano, que vivía a 5 minutos de la cabaña, la única diferencia es que el no estaba de paso como yo, él se vivía ahí todo el año. Me conocía desde poco después de que yo cumpliera los once años, que fue la primera vez que yo fui a la cabaña con Anna y con Tanya, su hija mayor. Avery, era un señor encantador, al que le gustaba que le hiciéramos visitas siempre que estubiéramos cerca para poder sentarnos cerca de su chimenea y contarnos historias de terror, que cuando era mas pequeña si me daban miedo, ahora aunque ya no asustarian ni a mis hijos me gustaba escucharlas de todas maneras. Ese día después de hacer alguna compra, tanto yo como mi compañía comeríamos con él.
Estando en esa cabaña y rodeada de nieve me sentí como Rebecka Martinsson cuando tubo que volver a Kiruna a causa de la muerte de Viktor Strandgard, en Aurora Boreal, cuando años atrás había salido corriendo de aquel sitio, mas o menos lo que había hecho yo, huir, romper con todo lo que antes había en mi vida.
Cuando Hugo, mi medico, me recomendó que me cogiera unas vacaciones no quise hacerle caso, llevaba casi dos semanas sin hacer nada, no iba a productora a trabajar ni tenia ningún rodaje pendiente, pero me encontraba tan fatigada que ese fue su consejo, le pregunte porque y contestación fue que no necesitaba un descanso físico sino mental, que yo no era capaz de dejar casi nada al azar o no podía soportar el no intentar ayudar a alguien de mi familia o amigos con el mas mínimo problema, aunque ese solo fuera la rotura de una uña. Y tenia razón, no soportaba ver que alguien a quien yo quisiera lo pasara mal por algo e intentaba de todas las maneras posibles ayudarlos, llegaba a hacer míos sus problemas,como si no tuviera suficientes con los míos, lo cual causaba en mi un estado de ansiedad permanente. Así que cuando Hugo logro convencerme sabia que este era el lugar perfecto para estar tranquila. Había venido sola, sin David, ni los niños, ni ninguna amistad, a sabiendas de que eso me quitaría el sueño, puesto que odiaba encontrarme sola. Todos sabían que había decidido coger el consejo de Hugo, pero nadie sabia cual había sido la elección de mi destino, solo Anna, la tía de Matias, ya que era suya la cabaña. Después de todo no estaba tan mal sola en ese lugar lejos de todo.
Aun así, sabia que habíamos hecho "trampas",ya que mi soledad se vio interrumpida gracias a que a Anna se le escapo delante de su sobrino que donde donde yo estaba estaba a gusto, con lo cual Matias dió por hecho que sabia donde estaba y no paro de presionarla hasta que consiguió saberlo, no hizo falta mucho para eso, y la verdad se lo agradezco, jijij. Ese despiste de Anna tubo como consecuencia que Matias quisiera venir a verme y ver como estaba. Lo que en un principio era una simple visita se convirtió en una noche con su dulce compañía.
No había habido besos, ni caricias ni nada sexual, entre nosotros no hacia falta eso para amarnos, nos bastaba con mirarnos para hacer el amor el uno con el otro, cuando sus ojos miraban a los míos era como si me penetrara hasta lo mas hondo de mi, hasta mi ser, mi virtud, mi alma...
Había sido una noche perfecta, en la que hubo miradas cómplices, muchas risas y lectura, cosa que a los dos nos apasionaba. A mi me gustaba recostarme contra su pecho para que el leyera por encima de mi hombro, en cambio a él le gustaba que yo leyera en voz alta, decía que era la persona que mejor leía del mundo y que escuchar las palabras de mi boca hacia ver cada paisaje como si fuera aun mas real. No se si lo que estaba viviendo era real o era un mero sueño de los míos, otro de los tantos que tenía, pero si sabia que esa era mi paz, el consejo de Hugo había sido perfecto.
- Honi me ha pedido que nos casemos.
Casi se me cae el mundo al suelo cuando le escuche decir eso, tenia suerte de que no me viera la cara, que la tenia apoyada en su pecho, en ese momento, una enorme tristeza recorrió mis ojos, hice por recomponerme.
- ¿Ah si? Vaya... no te imagino yo a ti caminando cara al altar... - dije casi con risa. Sabia que el estaba tan en contra del matrimonio como lo estaba yo.- ¿Y que le vas a decir? ¿Que si?
-Que le voy a decir no, que le he dicho ya - aclaró el con voz suave- Lleva varios meses con el tema, pero yo no quiero, ya sabes que no creo que haga falta firmar un papel para querer a alguien. - Dio un largo suspiro- Ya se lo he dicho varias veces pero siempre me sale con ese cuento de que es el sueño de toda mujer, verse vestida de blanco y caminar de la mano de su padre hacia el altar ¡Vaya tontería! pienso yo cada vez que me dice eso y me dan ganas de contestarle que no es así, que no todas las mujeres sueñan con eso, por lo menos no las inteligentes. Me dan ganas de decirle que por lo menos tu no lo piensas así, que a ti no te hace falta ponerte de punta en blanco delante de un señor vestido de cura para firmar nada ante ningún Dios...
No lo pude evitar, me salio una carcajada que retumbó en toda la cabaña, creo que un decibelio mas en mi risa y la hubiera derribado entera....
-No te rías pequeña, que ya no se que hacer y el problema lo tengo yo. - Me dijo Matias con una sonrisa escapándose entre los dientes.
-Ya, por eso me rio, ¡porque el problema es tuyo!- no podía dejar de reirme.
No quería ni imaginar la cara de Honi cuando el la comparara a ella conmigo, me imaginaba algún jarrón volando y a Matias esquivándolo.
Esa mañana nos despertamos temprano, me estaba vistiendo en el baño cuando él entró pensando que estaba vacío y salio rapidamente, cerrando la puerta y pidiendo disculpas, diciendo que se iba al baño que había fuera. Le dije que no hiciera el tonto que no hacia falta que saliera a congelarse el culo al frío bosque, que ya nos habíamos visto desnudos un millar de veces. Entró y mientras yo me lavaba los dientes me quede mirando por el reflejo del espejo su torso, no estaba excesivamente marcado con la típica tableta de chocolate de los deportistas, pero estaba bien tornado, tenia unos anchos hombros, un fuerte cuello, unos pectorales duros y firmes seguidos de un abdomen al que daban ganas de rodear con los brazos, una espalda fuerte y dura que era capaz de soportar mucho. Se me escapó un pequeño bufido y dije:
- A lo mejor no es mala idea que aceptes la propuesta de tu novia y camines al altar...
Me miro con cara incrédula de que yo, justamente yo hubiera dicho eso, me puso la mano en la frente y me dijo,
-¿Te encuentras bien pequeña?
- Si, perfectamente. Pero tal vez esa sea la excusa perfecta para que por fin te cortes el pelo... No te imaginas las ganas que tiene Nair de pillarte las greñas esas que te has dejado y cortártelas.- le dije mientras seguía mirando su torso desnudo en el reflejo del espejo.
-Jajajajajajajajajaj ¿Tantas ganas tiene? Me lo ha dicho un par de veces, pero no quiero cortarme el pelo, nunca lo he tenido largo y estoy a gusto con el así. ¿Que pasa? ¿Que no estoy guapo?- pregunto al tiempo que arqueaba las cejas arriba y abajo, arriba y abajo.
-¿Un par de veces? ¿Ganas? No te sorprendas si un día de estos te despiertas con las crines al cero, porque su intención es entrar en tu habitación y cortártelas mientras duermes, así que tu veras...-mientras me contenía la risa- Y si, tu ya sabes que estas guapo de todas maneras.
Me plantó un beso en mi hombro antes de, por fin, ponerse la camiseta.
Si, esa era mi paz."